Hoy hace un año te vi alejarte cuando te bajaste de ese taxi,
y mi corazón se estremecía, pues comenzaba a reconocer que te quería.
Hoy, un año exactamente después, vuelvo a sentir mi corazón estremecerse:
sólo que en esta ocasión es de decepción, de tristeza, de dolor.
Creí en el hombre, lo amé, y me entregué;
fue un juego y lo acepté…
al fin y al cabo, nadie puede obligar a nade a querer.
Si yo me enamoré, es problema mío y así lo acepté.
No me importó el dolor, pues fue por amor.
Hoy no lloro... no respiro.
¡Qué tan dura
es la decepción!
Confié en ti, creí en ti, me apoyé en ti,
pero mi entrega, profesionalismo y dedicación, no importó.
¿Para qué me invitaste?
¿Para qué trabajar conmigo?
Hoy, hoy... yo mejor me voy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario