Es tu sonrisa, esa que brilla, que me rompe el silencio y me llena de vida.
Son tus abrazos, repletos de amor y ternura, los que me llevan hasta la locura.
Es tu espontaneidad, la que me entrega sabiduría y visión; visión de ese futuro en el que no sé si esté yo.
Por eso, Manolo, no olvides nunca que yo te adoro.
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