sábado, 17 de diciembre de 2011

María José estaba feliz porque lo tenía cerca
creía que por fin se rompían las barreras, 
que podía confiar y 
que por fin tendría con quien compartir un día a día.

Sentía que era importante para alguien, 
escuchó sus palabras, le abrió sus brazos
y automáticamente creyó en sus planes,
compartió sus deseos 
y hasta se la jugó por sus sueños.

Pero no tardó en ver que seguía siendo el miso juego, 
donde María José solo estaba para alimentar su ego,
donde la sensación de ser un yoyo al que se aleja
y se trae a conveniencia, convertía los sentimientos
en pedazos de recuerdos.

En mil pedazos de sentimientos, recuerdos y deseo de borrón completo 

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