Otoño, si, otoño.
Siento como esa brisa que levanta las hojas
recordando la ausencia del jardín de rosas.
Y esas rosas no son más que el día a día,
son las cosas bellas,
pero también las espinas que tu me compartías.
Extraño cuando sabía de tus cosas
y tu sabías las mías.
Cuando tu dolor era mío y el mío tuyo.
Cuando tu inventabas y yo también improvisaba.
Porque son estas brisas las que me susurran recuerdos
de aquel tiempo en que no tenía miedo
de preguntarte por tu día a día,
donde incluso me incluías.
Pero cuando extraño también traigo a mi mente
que toda evolución implica conocer a otra gente.
Entonces mejor me callo,
mientras al sentimiento se lo lleva el viento
y yo repaso el pasado.
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