reconociendo cómo había matado el amor de sus sueños,
con los miedos acompañados de egos.
Quiso darle gusto a tanta gente,
que nunca vio que para los demás
no pasaba de ser el chisme del momento,
cuando para el se trataba de cumplir sus sueños.
Pesó más el "qué dirán" que el "yo siento, sueño y deseo",
tarde entendió que si era posible ser feliz,
cuando ya todo se lo había llevado el viento.
Hoy frente a ese ataúd se daba cuenta que no faltó quererla,
le faltó quererse a el mismo y luchar por sus sentimientos,
y de paso hacerla feliz también a ella.
En sus suspiros vuela Sara,
aun escucha su voz,
pero ya hay mucha distancia,
ya ella vive en paz
en su caja de esperanzas
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