Sin embargo, en varias ocasiones
que uno caminaba por el sótano, escuchaba en los radios de los vigilantes o
guías del parqueadero, comentarios sobre algún robo. De la misma manera
escuchaba uno a vecinos mencionar algunas quejas, las cuales fueron explícitas
en una visita que tuvimos en la Unidad, por parte del Señor Alcalde, algunos
Secretarios y concejales, donde se hablaba de la llegada de los hurtos al
sector con la llegada del comercio y tanta construcción. Afortunadamente, nunca fui víctima en este
Centro Comercial.
Pero definitivamente me llegó el
turno. El pasado mes de mayo, iba rumbo a mi casa, llegando a Envigado por la
transversal Intermedia, y paré en TERRACINA PLAZA a comprar una bolsa de leche
y un pan que me hacían falta para el desayuno. Parqueé en el primer sótano de
este mall, donde había un vigilante que incluso me saludó. Según mis cuentas, me
demoré exactamente 7 minutos. Y cuando regresé el vigilante seguía ahí. Quienes conocen es un parqueadero pequeño.
Apenas llegué a mi casa me di
cuenta que me hacía falta mi computador que estaba dentro de un maletín debajo
de la silla del copiloto, y la chapa del carro estaba violentada. No había
opción diferente a que había sido en TERRACINA PLAZA, pues fue mi única parada
entre la salida de una reunión y mi casa.
Sin bajarme del carro regresé muy ofuscada y me acerqué al vigilante que
estaba, y a los pocos minutos llegó otra persona con la misma situación. Dejó
su mercado dentro del carro mientras compraba algo para comer, y al llegar a su
casa vio que le faltaba su mercado.
Entre la indiferencia de la
vigilancia y la ausencia de la administración, se acercaron dos clientes a
asesorarnos en cómo debíamos reclamar y a recomendarnos un abogado para
demandar, al igual que se acercó el líder de los comerciantes del mal, muy
preocupado por lo reiterado de la situación. Lo más particular es que mientras
esperábamos a que llegara la policía y el supervisor de vigilancia, los dos
clientes que nos estaban asesorando fueron a buscar sus respectivos carros y
también los habían violentado.
¡POR DIÓS! ¿No se supone que el
éxito de los centros comerciales es que invitan a sentirnos más seguros?
La policía llegó supremamente
rápido, y mientras ellos nos tomaban testimonio, el vigilante que me había
saludado muy querido minutos antes del robo, desapareció como por arte de
magia, y el otro se alejó, ni siquiera se preocuparon por saber qué estábamos denunciando.
En fin, luego de denuncia en
fiscalía y poner la queja oficial en el Centro Comercial, el mismo se
comprometió a responder por los hechos… Han pasado meses, y el silencio es lo
que reina. Nadie contesta, nadie responde. Y comerciantes del mal siguen
escribiendo y llamando preguntándome por qué no he vuelto a comprar al lugar.
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