Sin embargo, a pesar
de la crisis sanitaria y económica en el mundo, creo que vale la pena darle las
gracias a este bichito que se mete en nuestros pulmones, muy cerca del corazón,
para que comencemos a sentir la vida de manera diferente.
Al principio algo tan
lejano, que hasta muchos criticaron que alguno colombianos pidieran apoyo para
cobijarse en sus hogares. Y es que los latinos somos bien especiales, campeones
de la crítica, de la incredibilidad y a pesar de ser de casas de puertas
abiertas, campeones del importaculismos, sobre todo cuando del otro se trata.
La herencia más
grande nuestra es española e italiana, son los más latinos de Europa, y si
vemos lo que está pasando, no habría por qué sorprendernos. Hasta no verse en
la inmunda, no se pusieron serios.
Hoy en Colombia hay
diferentes decisiones frente a la forma como afrontamos el tema. Decretos de
alcaldes y gobernadores no son homogéneos, pero por lo menos, creo que estamos
tomando la cosa más en serio.
Sin embargo, para
criticar somos campeones de campeones. Anoche el Presidente pide con su
cuarentena para mayores de 70 que cuidemos a nuestros sabios, nuestros
progenitores, y sin embargo hay quienes lo critican por encerrar a nuestros
viejos, “se van a enloquecer” dijo alguien en redes. Bueno si los abandonamos y nos olvidamos de
ellos, tal vez, si no le brindamos un poco de tiempo, seguro, pero hasta para
eso es bueno la medida, recordar la importancia de cuidar nuestra propia
historia, nuestro propio ADN.
Algunos critican
tener que estar en casa, compartiendo con “los nuestros”, a la fuerza nos toca
reconocer a quienes viven con nosotros, otros se quejan porque sus que haceres
nos impiden quedarnos en casa. En fin, tener contento a este pueblo que no está
acostumbrado a pensar en el otro es complejo, pero todo esto es tan bello, que
también comienzo a evidenciar cambios maravillosos como sociedad.
Siempre lo he dicho,
a este plantea vinimos a aprender a SER HUMANOS, y ser humanos es reconocerme
también en el otro. Por eso amo cuando
veo todas esas campañas de los medios, de la policía, de las administraciones en
las que el mensaje es clave, cuidarme a mí es cuidar al otro. Nos estamos
comenzando a reconocer como seres sociales que somos, nada que afecte a quien
está a mi lado me hace inmune, siempre, siempre, en algo me toca.
Pero también amo
cosas maravillosas que van saliendo de manera espontánea. En el chat de la Red de Turismo de Santa
Elena, algún compañero dueño de un hotel, comparte su decisión de cerrar el
servicio por algún tiempo, para cuidar a sus clientes y a sus empleados, con
todo lo que eso implica. Y preguntaba a los colegas sobre qué decisiones habían
tomado.
En resumen, la
mayoría no solo tomó la decisión, muchos clientes cancelaron reservas, y en
medio de conversación, salió la preocupación por aquellos que con estas
decisiones, dejan de recibir su ingreso diario, con el que llevan alimento a su
casa. No leí ni una queja de la plata que se va a dejar de recibir, que estoy
segura que a todos los toca. Se generó una decisión como red, para que negocios
y personas que quisieran, recogieran víveres para compartir con esos vecinos
del territorio que sabemos que no saben que van a comer, si no salen al
rebusque.
Si esto dura mucho
tal vez no se pueda mantener el apoyo, pero hay una realidad, hay conciencia social,
y eso es hermoso. A mí en lo personal, me dan ganas de vivir. Muchas veces me
he sentido cansada de una sociedad que piensa más en que ganar, que en qué
aportar al otro, y a sí mismo.
Y como estas hay
otras, también he comenzado a ver ideas en redes como el “si ve a algún
vendedor en la calle cómprele algo para que pueda irse pronto para su casa”, “cuando
termine la cuarentena vamos a comprar en pequeños negocios para apoyar a esos emprendedores
con poco músculo financiero”, etc. En
fin, ideas de preocupación por reactivar la economía, por apoyar al
otro. Y si a los pequeños empresarios
les va bien, a los trabajadores de diario le va bien, a los asalariados y grandes empresarios con seguridad nos va
mejor. Todos somos el soporte de una nación, y creo que muchos, hasta ahora nos
estamos comenzando a dar cuenta.
No son los grandes actos los que generan verdaderos cambios, siempre he pensado que en los detalles y pequeñas cosas es que está la magia del amor. Y esto es el COVID 19, un bichito como digo yo, que llegó para transformar el mundo
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