domingo, 2 de septiembre de 2012


No hacía falta que Lina publicara en su página el cambio de estado, para que la bola se regara hasta donde ni ella se imaginaba.

No sólo aparecieron las celestinas queriéndole presentar un primo, un amigo o cualquier conocido, que en medio de todo es lo más bonito.

De una el lago se llenó de cocodrilos, creyendo que podían saciar el hambre de Lina, sin darse cuenta que son ellos los carentes de amor y deseo.

Lina, viendo todo ese revuelo se sienta junto a su árbol favorito, y antes de iniciar un nuevo libro, se ríe de la jauría y de quién la abandonó pensando que era el único hombre que la quería.

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