Un paso a la vez

En ocasiones nos vemos ahogados por la presión de una sociedad que no se entiende ni a ella misma, por querer agradar a nuestro entorno se nos olvida lo que en esencia somos.

¿Cómo lograr el equilibrio de respetarnos y respetar al otro?

Tal vez no hayan fórmulas mágicas, pero en mi vida me he dado cuenta que hay dos premisas que no se deben perder, o debemos buscar:

1. Reconocerme: entenderme, quererme, valorarme y tener claro lo que se quiere en la vida. Incluso entender, aceptar y trabajar en nuestras debilidades. Siempre respetando al otro, sin pasar por encima, pero valorando quien soy y que quiero en la vida
2. Escuchar: escuchar con todos los sentidos. Aprender a escuchar es una de las cosas más difíciles que hay. Permitir incluso que el otro me critique sin defenderme hasta oir todo su argumento. Pero oyendo su argumento, no esperando a ver cómo me defiendo. Incluso para defenderme, lo he hecho mejor cuando he escuchado primero, porque entiendo realmente el fondo de la queja, crítica o reclamo. Se supone que oigo desde que nací, o antes, pero solo hasta que ya ocupaba un cargo directivo en una universidad, aprendí que era escuchar, y la verdad sigo aprendiendo. Y es a escuchar con mis oidos, pero también con mis ojos y todos mis sentidos. Hay tanta información en el otro que ignoramos, que tal vez es la primara razón por la que ofendemos, y es puro desconocimiento.

Ser consciente de quien soy, y tratar de entender mi entorno, nos permitiría mantener mejores relaciones y una mejor convivencia. Sería mucho más fácil cualquier trabajo y cualquier tipo de relación cuando reconocemos los puntos de encuentro y las diferencias.

Suena hasta fácil, pero resulta tan complejo, sobre todo cuando a la mayoría no le importa reconocerse, sino que lo reconozcan, y por la misma razón no le importa lo que suceda en su entorno.

Mientras sigo aprendiendo, y me sigo cayendo, solo me queda una cosa. Un paso a la vez