En la casa de la familia Correa, en el sector Primavera,
el adagio paisa “pregunte por lo que no vea”, se cumple a cabalidad. Una casa
que no sólo está llena de adornos y figuras talladas en madera, sino también de
muchos recuerdos de más de 40 años, cuando los vecinos en el barrio Primavera
de Envigado cruzaban por una pequeña carretera en medio del campo.
Al igual que sus antepasados, los hermanos Martha, María de
la Luz , Luis
Fernando y Raúl Correa, han presenciado desde el antejardín de su casa la
transformación de lo que hoy llaman la carrera 43A, que ha dejado de ser un
camino empedrado que fue conocido como La 11, para convertirse en un corredor
de Metroplús a lo que la señora Martha Correa llama “la llegada del progreso”.
Luis Gonzalo Posada, quien vive desde hace 14 años en el
sector El Dorado, también ha sido testigo del cambio que ha tenido la carrera
43A. Desde su balcón observó toda la obra y fue integrante del Comité Ciudadano
de Obra, espacio creado por Metroplús S.A. a través de su contratista, para que
la comunidad participara durante el desarrollo del proyecto. Luis Gonzalo en
compañía de su esposa Alina Montuano, cuenta que “Metroplús y el Municipio siempre
nos hablaron de todo lo que iba a pasar, recibimos muy buena información,
estuvieron muy pendientes de nosotros y contamos con diferentes espacios, lástima
que no todos se interesaron por ir a los comités ciudadanos, por eso es que hay
gente que critica sin saber”.
Luis Gonzalo, con la espontaneidad que lo caracteriza, resalta
los cambios que trae una obra como ésta a las nuevas generaciones “Nunca como
ahora se ve tanta gente caminando y haciendo ejercicio por el barrio, ni nos
habíamos sentido tan seguros en las noches al llegar a la casa porque la calle
donde yo vivo, al frente del cementerio municipal, era muy oscura y hoy no sólo
tenemos unos andenes muy lindos sino bien iluminados, es que mire este andén
tan bonito”, dice orgulloso.
Viendo los resultados, Martha Correa, en un tono pícaro, reitera
que “si me pregunta por la obra yo digo que me parece muy buena. Me encantan
los semáforos porque nosotros, los locos Correa, nos atravesábamos en las
calles sin medir peligro, pero ahora con los semáforos uno tiene que llegar
hasta cierta parte, esperar y pasar. Hay que guardar más compostura, porque ya la carrera 43A es una vía rápida”. Y sin parar de hablar
dice que “esas bancas me fascinan porque
me siento con mi vecina o con mis compañeras de talla de madera a
descansar, a hablar y me parece delicioso. Definitivamente es un espacio para
el descanso, ahora que uno va para viejito”.
Septiembre, 2012
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