miércoles, 17 de julio de 2013

La 11, del camino de piedra, al gran corredor del progreso


En la casa de la familia Correa, en el sector Primavera, el adagio paisa “pregunte por lo que no vea”, se cumple a cabalidad. Una casa que no sólo está llena de adornos y figuras talladas en madera, sino también de muchos recuerdos de más de 40 años, cuando los vecinos en el barrio Primavera de Envigado cruzaban por una pequeña carretera en medio del campo.



Al igual que sus antepasados, los hermanos Martha, María de la Luz, Luis Fernando y Raúl Correa, han presenciado desde el antejardín de su casa la transformación de lo que hoy llaman la carrera 43A, que ha dejado de ser un camino empedrado que fue conocido como La 11, para convertirse en un corredor de Metroplús a lo que la señora Martha Correa llama “la llegada del progreso”.

Luis Gonzalo Posada, quien vive desde hace 14 años en el sector El Dorado, también ha sido testigo del cambio que ha tenido la carrera 43A. Desde su balcón observó toda la obra y fue integrante del Comité Ciudadano de Obra, espacio creado por Metroplús S.A. a través de su contratista, para que la comunidad participara durante el desarrollo del proyecto. Luis Gonzalo en compañía de su esposa Alina Montuano,  cuenta que “Metroplús y el Municipio siempre nos hablaron de todo lo que iba a pasar, recibimos muy buena información, estuvieron muy pendientes de nosotros y contamos con diferentes espacios, lástima que no todos se interesaron por ir a los comités ciudadanos, por eso es que hay gente que critica sin saber”.

Luis Gonzalo, con la espontaneidad que lo caracteriza, resalta los cambios que trae una obra como ésta a las nuevas generaciones “Nunca como ahora se ve tanta gente caminando y haciendo ejercicio por el barrio, ni nos habíamos sentido tan seguros en las noches al llegar a la casa porque la calle donde yo vivo, al frente del cementerio municipal, era muy oscura y hoy no sólo tenemos unos andenes muy lindos sino bien iluminados, es que mire este andén tan bonito”, dice orgulloso.


Viendo los resultados, Martha Correa, en un tono pícaro, reitera que “si me pregunta por la obra yo digo que me parece muy buena. Me encantan los semáforos porque nosotros, los locos Correa, nos atravesábamos en las calles sin medir peligro, pero ahora con los semáforos uno tiene que llegar hasta cierta parte, esperar y pasar. Hay que guardar más compostura, porque ya la carrera 43A es una vía rápida”. Y sin parar de hablar dice que “esas bancas me fascinan porque  me siento con mi vecina o con mis compañeras de talla de madera a descansar, a hablar y me parece delicioso. Definitivamente es un espacio para el descanso, ahora que uno va para viejito”.

Septiembre, 2012

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