Salomón pasaba por la casa Adriana,
realmente por casualidad,
pero al ver la portada a su unidad,
con un impulso pasó a saludar.
Al verle en su puerta Adriana se emocionó:
"Qué alegría verte, ahora si podremos desatrazarnos
de chismes sin el afán laboral".
Pero al verla, Samuel no pudo evitar,
en el primer encuentro de miradas
se acercó, la besó y ya no pudo frenar.
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