Imagen: |
Mariana tenía la mente en blanco, no se había dado cuenta que estaba en mitad de la plazoleta central de su centro comercial favorito.
Las piernas le temblaban, y sus brazos parecían de gelatina, no respondían a lo que su mente pedía.
Mariana llegó a ese lugar a encontrarse con Carlos, debía entregarle un documento que le habían enviado. La razón del encuentro no generaba mayor expectativa a un saludo cordial, la entrega del sobre y regresar con sus amigos que la estaban esperando.
Al ver a Carlos, se acercó con su alegría natural.
Y cuando se disponía a saludarlo con el tradicional y cordial beso en la mejilla, Carlos la abrazó y le dio un profundo beso apasionado, recibió el documento y se despidió con otro beso atornillado.
Mariana no entendía lo que había pasado, la humedad en su cuerpo respondía a una sensación que no había experimentado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario