martes, 20 de septiembre de 2016

En los territorios construimos paz cuando eliminamos fronteras

 Hablar de proceso de PAZ implica mucho más que una firma en un documento o un voto en un referendo, y no pienso entrar en la discusión absurda entre el SI o el No, sin duda todos queremos la PAZ. Y si bien y tengo claro cuál va a ser mi voto, hoy no pienso hablar de ello.

Hablar de PAZ tiene que ser una construcción que realizamos los colombianos en nuestro día a día, y reconocer nuestro territorio hace parte de ello.  Por cuestiones administrativas hablamos de comunas, municipios, departamentos, etc. Generamos límites territoriales donde las competencias administrativas comienzan generando algunas barreras. 

Claro que no son solo fronteras de las administraciones locales, también las diferentes instituciones dividen el territorio con otras lógicas de uso, o de impacto según su qué hacer. Un ejemplo claro en el territorio en el que yo vivo, donde Cornare y Corantioquia definen un límite diferente al desarrollo ambiental del lugar. Un territorio que para quienes vivimos es uno solo, pero las jurisdicciones cambian la forma de intervenir y a poyar el recurso ambiental de las veredas que constituyen lo que el ciudadano común conoce como Santa Elena, que es una extensión diferente y más amplia que la comuna 90 de Medellín.

Pero los límites también los ponemos en las unidades residenciales, en los bloques e incluso en las calles. Usted es de aquí o de allá. Hace poco tuve una interesante discusión sobre una intervención social de la Policía con jóvenes en una Comuna x de la ciudad, donde la comunidad reclama por qué a ese lugar llegan niños de diferentes partes del Valle del Aburrá, y la incomodidad está dada en por qué niños de otras partes se van a beneficiar con recursos de la comuna, cuando para mi visión de construcción de país aquí hay una oportunidad muy grande de hablar de que en mi territorio, mis hijos interactúan, crecen y contribuyen al fortalecimiento social de mi ciudad.

Algo de lo que habla hoy el Banco Interamericano de desarrollo es la importancia de intervenir regiones, unir, no dividir. Entender el territorio por su dinámica y no por su administración, nos va a permitir contribuir a un verdadero desarrollo. Debemos comenzar a romper las fronteras que ponemos en las mismas unidades residenciales donde no conocemos a nuestros vecinos, y llevar esta integración y conocimiento a todo nivel en nuestra ciudad.

Es algo simple, yo construyo tejido social si conozco a mi vecino, de ahí debemos partir. Si no se ni como se llama no me duele si a mi vecino lo roban. Tal vez me preocupa que la delincuencia esté cerca, pero no lo que le pase al otro. Con la claridad que igual le pasa a mi vecino conmigo. Y cuando hablo de vecino, también es de las instituciones que se parecen o se complementan con la que yo represento.

Vivo en la vereda Piedras Blancas, para muchos Santa Elena, para la administración vivo Guarne, aunque buena parte de la vereda pertenece a Medellín, lo que de entrada le da unas características territoriales muy particulares. Vivo en plena reserva natural (Parque Arví), zona turística, muy cercana a familias de tradición silletera, agrícola, algunas ganaderas, familias que llegan solo los fines de semana por recreo, otros que como yo trabajan en la ciudad y duermen en el paraíso, y también están las que comienzan a generar una nueva dinámica económica con productos como el aguacate y el turismo.

De entrada, solo en mi vereda vemos un “sancocho” de perfil social, pero que sin duda es un escenario socio-histórico con diversidad social y cultural, en el que las comunidades —hombres y mujeres— desempeñamos un papel protagónico para la reconstrucción de país y de nuestra propia ruralidad, la cual sin duda es muy cercana e influenciada por la ciudad, donde en vez de dividirnos, debemos integrarnos territorial, institucional y socialmente para la consolidación de un tejido social que promueva el desarrollo con una visión de la integración y fortalecimiento de la región.

Debemos conocernos como vecinos, pero también como instituciones, e incluso como dependencias de las administraciones. Y hay esfuerzos interesantes pero aislados, recuerdo mucho al Teniente Jhonny Gutiérrez, quien fuese subcomandante del Fuerte de Carabineros del Parque Arví, dándome una interesante cátedra de la importancia de promover la igualdad de oportunidades en la zona, generando espacios tanto para los grandes finqueros, como para los campesinos, donde desde cada uno de los intereses particulares, se invite a promover la corresponsabilidad. Y es así como sus correrías con su grupo de trabajo por las fincas y veredas, tejían relaciones que en algunos momentos generaron oportunidades laborales, ayudas médicas, convites, y como no, desde su rol como policía rural, una sensación de seguridad y apoyo interinstitucional sin importar los límites administrativos que correspondían a su jurisdicción.  Y debo reconocer que como miembro de la administración en esa época, me hizo correr y me invitó a articularme y a gestionar con otras dependencias de la alcaldía, para sacar adelante proyectos de seguridad, convivencia y medio ambiente.


Pero como este ejemplo hay muchos esfuerzos aislados en el territorio, de personas, instituciones o funcionarios, pero soy una convencida que la paz realmente la logramos, cunado desde las cabezas, pero también desde la base en cada familia de cada barrio o vereda, todos entendamos que nuestro entorno es nuestra responsabilidad, que los límites no son dadas por las fronteras, sino por nuestras relaciones, y que entre más y mejores relaciones generemos no solo vamos a aportarle más a un territorio, sino a un país completo

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