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martes, 20 de septiembre de 2016

En los territorios construimos paz cuando eliminamos fronteras

 Hablar de proceso de PAZ implica mucho más que una firma en un documento o un voto en un referendo, y no pienso entrar en la discusión absurda entre el SI o el No, sin duda todos queremos la PAZ. Y si bien y tengo claro cuál va a ser mi voto, hoy no pienso hablar de ello.

Hablar de PAZ tiene que ser una construcción que realizamos los colombianos en nuestro día a día, y reconocer nuestro territorio hace parte de ello.  Por cuestiones administrativas hablamos de comunas, municipios, departamentos, etc. Generamos límites territoriales donde las competencias administrativas comienzan generando algunas barreras. 

Claro que no son solo fronteras de las administraciones locales, también las diferentes instituciones dividen el territorio con otras lógicas de uso, o de impacto según su qué hacer. Un ejemplo claro en el territorio en el que yo vivo, donde Cornare y Corantioquia definen un límite diferente al desarrollo ambiental del lugar. Un territorio que para quienes vivimos es uno solo, pero las jurisdicciones cambian la forma de intervenir y a poyar el recurso ambiental de las veredas que constituyen lo que el ciudadano común conoce como Santa Elena, que es una extensión diferente y más amplia que la comuna 90 de Medellín.

Pero los límites también los ponemos en las unidades residenciales, en los bloques e incluso en las calles. Usted es de aquí o de allá. Hace poco tuve una interesante discusión sobre una intervención social de la Policía con jóvenes en una Comuna x de la ciudad, donde la comunidad reclama por qué a ese lugar llegan niños de diferentes partes del Valle del Aburrá, y la incomodidad está dada en por qué niños de otras partes se van a beneficiar con recursos de la comuna, cuando para mi visión de construcción de país aquí hay una oportunidad muy grande de hablar de que en mi territorio, mis hijos interactúan, crecen y contribuyen al fortalecimiento social de mi ciudad.

Algo de lo que habla hoy el Banco Interamericano de desarrollo es la importancia de intervenir regiones, unir, no dividir. Entender el territorio por su dinámica y no por su administración, nos va a permitir contribuir a un verdadero desarrollo. Debemos comenzar a romper las fronteras que ponemos en las mismas unidades residenciales donde no conocemos a nuestros vecinos, y llevar esta integración y conocimiento a todo nivel en nuestra ciudad.

Es algo simple, yo construyo tejido social si conozco a mi vecino, de ahí debemos partir. Si no se ni como se llama no me duele si a mi vecino lo roban. Tal vez me preocupa que la delincuencia esté cerca, pero no lo que le pase al otro. Con la claridad que igual le pasa a mi vecino conmigo. Y cuando hablo de vecino, también es de las instituciones que se parecen o se complementan con la que yo represento.

Vivo en la vereda Piedras Blancas, para muchos Santa Elena, para la administración vivo Guarne, aunque buena parte de la vereda pertenece a Medellín, lo que de entrada le da unas características territoriales muy particulares. Vivo en plena reserva natural (Parque Arví), zona turística, muy cercana a familias de tradición silletera, agrícola, algunas ganaderas, familias que llegan solo los fines de semana por recreo, otros que como yo trabajan en la ciudad y duermen en el paraíso, y también están las que comienzan a generar una nueva dinámica económica con productos como el aguacate y el turismo.

De entrada, solo en mi vereda vemos un “sancocho” de perfil social, pero que sin duda es un escenario socio-histórico con diversidad social y cultural, en el que las comunidades —hombres y mujeres— desempeñamos un papel protagónico para la reconstrucción de país y de nuestra propia ruralidad, la cual sin duda es muy cercana e influenciada por la ciudad, donde en vez de dividirnos, debemos integrarnos territorial, institucional y socialmente para la consolidación de un tejido social que promueva el desarrollo con una visión de la integración y fortalecimiento de la región.

Debemos conocernos como vecinos, pero también como instituciones, e incluso como dependencias de las administraciones. Y hay esfuerzos interesantes pero aislados, recuerdo mucho al Teniente Jhonny Gutiérrez, quien fuese subcomandante del Fuerte de Carabineros del Parque Arví, dándome una interesante cátedra de la importancia de promover la igualdad de oportunidades en la zona, generando espacios tanto para los grandes finqueros, como para los campesinos, donde desde cada uno de los intereses particulares, se invite a promover la corresponsabilidad. Y es así como sus correrías con su grupo de trabajo por las fincas y veredas, tejían relaciones que en algunos momentos generaron oportunidades laborales, ayudas médicas, convites, y como no, desde su rol como policía rural, una sensación de seguridad y apoyo interinstitucional sin importar los límites administrativos que correspondían a su jurisdicción.  Y debo reconocer que como miembro de la administración en esa época, me hizo correr y me invitó a articularme y a gestionar con otras dependencias de la alcaldía, para sacar adelante proyectos de seguridad, convivencia y medio ambiente.


Pero como este ejemplo hay muchos esfuerzos aislados en el territorio, de personas, instituciones o funcionarios, pero soy una convencida que la paz realmente la logramos, cunado desde las cabezas, pero también desde la base en cada familia de cada barrio o vereda, todos entendamos que nuestro entorno es nuestra responsabilidad, que los límites no son dadas por las fronteras, sino por nuestras relaciones, y que entre más y mejores relaciones generemos no solo vamos a aportarle más a un territorio, sino a un país completo

miércoles, 18 de marzo de 2015

Una mirada a mi ciudad desde la ruralidad

Cuando volví realidad ese sueño de vivir en el campo, a mi alrededor mucha gente se alegró pero al mismo tiempo se asustó. ¿Cómo una mujer sola con un hijo adolescente se alejaba de la ciudad a vivir en un espacio rural? ¿No te da pereza manejar 40 minutos diarios para llegar a la casa? ¿No te da miedo? ¡Ahora si te vas a quedar sola!

Así han sido los comentarios más recurrentes de las personas cercanas. Bueno, también la alegría de saber que tenían donde llegar si querían pasear.

Pero luego de más de 9 meses de haberme pasado, creo que hoy puedo hablar con más propiedad de lo que para mi significa vivir en el campo. A pesar de que en mi infancia ya lo había hecho, creo que la visión actual es mucho más completa.

A las preguntas que me hacían y me siguen haciendo, porque son recurrentes, las respuesta son claras:
  • ¿Cada cuánto recibía visita en mi casa antes de vivir en una finca? Mi papá me visitaba una vez al año y regañado, mis amigos...... En mi casa campestre he recibido amigos y familiares que nunca llegaron a ir a mi casa en la ciudad. No me siento tan sola. Incluso pienso que a veces se siente más solo estar rodeado de gente que no conoces, que rodeado de árboles que te susurran. En una finca nunca hay tiempo de aburrirse, lo que falta es tiempo para disfrutarla. 
  • Para llegar a mi anterior hogar me demoraba hasta dos horas en un trancón, como no disfrutar 40 minutos sin detener el carro.
  • Y respecto al miedo... Tantos años viviendo sola antes de casarme y luego del divorcio, creo que me han enseñado a no sentir miedo. La sensación de seguridad es las misma. Me da más miedo pensar que regreso a la ciudad donde mi hijo es más propenso a ser víctima de un atraco. Y la verdad es que aunque en el campo también hay problemas de seguridad, las personas son más tranquilas y eso me da paz.

Pero en fin, este escrito no es para dar las explicaciones que a diario doy, sino para expresar lo que me ha enriquecido el haber tomado la decisión.

Por mi trabajo, permanentemente recorro todas las comunas de Medellín, tengo la oportunidad de hablar con la gente y una de las cosas que me impresionan es que nos acostumbramos a vivir con "lo malo" independientemente del estrato.

Cuando menciono lo malo, me refiero a que se vuelve común que en los barrios de estratos bajos los niños hablen de armas, de drogas, de sicarios o de violencia intrafamiliar,  como si fuera algo normal.  ¿Normal? ¡No debería ser así!  

Por las condiciones económicas, los niños y niñas pasan mucho tiempo solos, y se vuelven presa fácil de una realidad violenta que es difícil borrar. Ahí es donde veo que los problemas de seguridad no  se solucionarán tan rápidamente como quisiéramos. Pero si llego a un barrio de clase media, también me encuentro que es "normal" que te roben el celular o la moto, que nos callemos los problemas de violencia intrafamiliar porque nadie se debe enterar, y el "importaculismo" de lo que le pase al vecino, es una realidad.

Y esa indiferencia por el otro también ocurre en los estratos altos, donde el exceso de trabajo, la congestión de los carros, y la presión que se ejerce en los altos cargos, hace que cada vez las familias compartan menos reunidas, y la ausencia se vea reflejada en ciertas rebeldías de jóvenes y adultos, quienes el estrés por llevar tal ritmo de vida, genera otras problemáticas que se intentan esconder al interior de las familias.

Con lo anterior, ya veo mucho valor en vivir en el campo. No solo la vida es más tranquila, así que al salir del estrés del día a día, llegar a un cielo bien estrellado, luego de haber pasado por un bosque, ya hay un gran descanso. El tener que esperar a mi hijo o viceversa, nos da mínimo 40 minutos de conversación diaria para saber qué hizo cada uno en el día, antes de que el noticiero o el programa de turno nos robe la atención al llegar a casa.

Y a diferencia de mi antigua unidad donde vine a conocer mi vecina inmediata 2 años después, si a mi casa se entra una vaca o algún caballo, de inmediato me llama algún vecino preocupado por que no se me vaya a dañar lo sembrado. Mi hijo no oye hablar de muertos y amenazas, y si algún día pasa un rato solo, hasta almuerzo le ofrecen o se apunta a algún sancocho. 

¿Me siento insegura? Jamás, lo que me siento es segura de ofrecerle a mi hijo la oportunidad de vivir y sentir el privilegio de VIVIR.

Pero el campo también tiene sus problemas, claro, y problemas sociales, lo que genera una gran responsabilidad en quienes llegamos a invadir espacios en los ambientes rurales. 

Muchos de los jóvenes que viven en el campo quieren irse para la ciudad, y en parte por lo que ven de nosotros los citadinos que llegamos los fines de semana a pasear o los que llegamos a quedarnos. Pues a veces los deslumbramos con un carro o algún estilo de vida que no siempre brilla, más si revisamos lo que dije antes. Además, no se dan cuenta de la falta de oportunidades que muchas veces hay en las ciudades grandes, con el nivel escolar que por lo general alcanzan en las zonas rurales.

En temas sociales como ambientales, los llamados neocampesinos, o citadinos que llegamos a vivir al campo, debemos entender que nuestra misión es cuidar nuestro nuevo entorno, y, ojalá, convencer de que no abandonen los espacios rurales a estas nuevas generaciones que quieren abandonar su propio paraíso. En ocasiones son los cambios culturales los que atropellan el ambiente social del campo. Es así como debemos llegar a adaptarnos y no a imponernos. Y aunque parezca absurdo, también debemos llegar a enseñar temas ambientales, pues es normal que el ser humano se acostumbre a su entorno y no valore la riqueza que lo rodea, lo que es el principio de cómo comenzamos a acabar nuestras ciudades.  

Y suena curioso, pero hace apenas unos meses, cuando decoraba con Navidad mi casa, una niña campesina me invitó a recoger musgo. Cuando le dije que debíamos cuidarlo y que era un delito ambiental, a ella le costaba entender el por qué, ya que como me decía: "aquí hay mucho de eso". Y es en ese tema ambiental, donde debemos compartir nuestro "mundo", lo que hemos visto, vivido y sentido en nuestros viajes y vida, para promover el arraigo y cuidado de nuestras tierras, que tanta falta le hacen al planeta.

Cuando oigo hablar de seguridad a diferentes personas y organismos en mi día a día de trabajo, he escuchado muchas veces la importancia de trabajar con los niños, pues es con ellos que hay más esperanzas de cambiar mentalidades. Pues para mi el campo es el niño de nuestro territorio, con el cual debemos trabajar para fortalecer nuestra país, desde aspectos sociales, económicos y ambientales, entre otros. Es en la esencia donde encontramos la magia de la vida. Y si vemos nuestra actualidad nacional, es donde realmente está la esperanza de la PAZ.


Nunca he sido amiga de las armas, no tengo, no había tenido cercanía a ningún tipo de fuerza armada, pero siempre he creído en el compromiso y en la corresponsabilidad. Inicié mi vida rural casi a la par con mi experiencia en la Secretaría de Seguridad. Experiencias que agradezco a la vida, para entender mejor mi ciudad e incluso la misma ruralidad. Cuando vamos a fincas poco paramos a observar cómo vive el campesino y cual es su necesidad. Hoy conozco no solo a mis vecinos, siento que conozco mejor a mi ciudad, y a la institucionalidad.

Menciono esto, porque gracias a mi trabajo he aprendido a ver diferente el campo, gracias al trabajo de los organismos con que comparto procesos, y aunque a veces me hacen comentarios jocosos por lo que he aprendido a valorar de los Carabineros, hoy contesto con orgullo Dios y Patria, porque si hay una institución que conoce de las problemáticas del ciudadano rural, se compromete tanto en lo social, como lo económico y como no la seguridad, son ellos. Un trabajo que admiro, y me ha ayudado a ver lo que hoy escribo. Y si en algo me siento identificada con ellos, es que tienen mucho de citadinos, e independiente de don de vengan, son una hermosa generación institucional, con una visión integral de neocampesinos.

Sin duda alguna, tanto vivir en el campo como en la ciudad tienen una serie de ventajas y desventajas, según los intereses y gustos. Pero lo que he vivido en estos meses, y ver lo feliz y sano que es mi hijo, cada vez me convence de que vivir en el campo no solo es una bendición, sino un privilegio. Para una mujer como yo, que estoy sola con mi hijo, la vida en el campo es mi mejor elección.



miércoles, 11 de febrero de 2015

"Capturados Asesinos en Serie"

"Capturados Asesinos en serie". Si este fuese el titular en los medios, la gente pararía lo que está haciendo para poner atención. Y aunque normalmente las noticias de delitos ambientales no son los que más atención le ponemos, nos parece una bobada y hasta chistosa una incautación de tierra de capote y musgo, o nos hacemos los locos con el problema de la minería ilegal, simplemente porque no entendemos de que se trata. 

Pero resulta que ese musgo y tierra de capote son fundamental para nuestro ecosistema y su ausencia contribuye a que vayamos muriendo lentamente, al igual que la minería ilegal afecta directamente nuestros ríos y suelos, fuente de nuestro abastecimiento como seres humanos. En mi modo de ver el mundo es otra forma de asesinar lentamente y de manera masiva a los seres humanos. En resumen, es una masacre en contra de la humanidad.

Es por ello que admiro mucho la labor de los Carabineros en las zonas rurales de mi país, con su línea de prevención y ataque a delitos ambientales. Su trabajo, en muchos casos desconocido en contra estos delitos.  Una labor que considero de gran valentía y admiración, a pesar de que muchos no alcanzamos a ver tal dimensión y subvaloramos noticias y acciones asociadas a estos temas.

Esta luchan es contra los delincuentes, pero también en contra del desconocimiento, la falta de conciencia  y la limitada valoración, sobre los efectos que estos delitos nos causan a los seres humanos.

Por eso me encanta cuando me entero que se realizan operativos en los que el objeto es luchar en contra de la explotación ilegal de cualquier recurso natural. Hoy, precisamente, celebro la captura de 6 hombres, y la destrucción de una máquina de excavación, en la represa San Lorenzo en el Oriente Antioqueño, haciendo cumplir el Decreto 2235 del 30 de octubre de 2012  que reglamenta la Decisión 774 de la Comunidad Andina de Naciones y que faculta a los Estados para destruir maquinaria pesada utilizada en minería ilegal y que afecta los recursos naturales y ambientales de nuestro país.

Acciones como esta por parte de la policía, equivale lo mismo que capturar a un asesino. Un asesino silencioso, con el que muchas veces convivimos por no entender la vital importancia de cuidar nuestros recursos naturales. Y como siempre digo: Bienvenido el Desarrollo y el crecimiento de las economías, pero que sea desarrollo sostenible y responsable

jueves, 29 de enero de 2015

Así como cuando le pagan a uno por divertirse


La verdad es que he disfrutado cada uno de los trabajos que he tenido. He aprendido de cada cliente y cada proyecto.

Las pocas veces que he llegado a aburrirme con lo que hago, he tenido la sensatez de buscar otro empleo o decirle no más a ese cliente.

Sin embargo lo que vivo hoy en día es algo maravilloso. tener la oportunidad de  trabajar con la administración, haciendo lo que para mi llega a ser un hoby, es un placer que le agradezco a la vida.

En los pocos meses que llevo con este contrato he tenido la oportunidad de ver la ciudad de una manera muy cercana y desde muchas miradas, y eso me encanta. Definitivamente hay una riqueza muy grande cuando nos damos el lujo de disfrutar y reconocer lo que nos rodea.

Esta semana he tenido un recorrido más rural de la ciudad. El camino de la Guaca en Altavista, las quebradas de Palmitas y el bosque de Arví.

En estas fotos les comparto las bellezas de palmitas. Un recorrido con dificultades, en una labor bien bonita, que se convirtió en una gran experiencia que quiero repetir.

Que a uno le paguen por disfrutar cada respiro es algo a lo que todos deberíamos llegar. Y sin duda, los resultados se ven más








sábado, 29 de junio de 2013

Una tala que me parte el corazón

Por: Ana Carolina Sánchez Rave
anacaritosr@gmail.com

Quienes me conocen saben que no soy activista, más bien soy proactiva, me gusta la acción. Y no es porque no tenga temas que defienda, sino porque siento que en muchos casos el activismo se llena de emociones y se pierden las razones.
Acabo de llegar del llamado Túnel Verde en Envigado y ver cómo talaron los primeros 7 árboles, y la verdad llego con el corazón partido.


Últimamente, contrario a lo que suelo hacer en redes, me han visto comentar mucho del tema, y algunos podrían sentir que mi fuerza es a favor de Metroplús, pero la verdad mi causa no es Pro Metroplús, ni en contra, entre otras porque lo que está pasando hoy le toca asumirlo a esta empresa, pero hace parte de una ampliación que aparece en el POT desde hace como 20 años, pero que al aparecer en el Valle de Aburrá un Plan de Movilidad amarrado a un Sistema Integrado de Transporte Masivo, lleva a que sea esta empresa hoy la lidere.

Pero sí me alegra que sea Metroplús quien hoy sea a quien le toque asumir esta dura labor, porque si algo he evidenciado es que aunque ha cometido errores, y tal vez no pocos, en cada tramo trabajan duro por corregir los aprendizajes y tomar medidas. Es un proyecto que no solo por estar bajo la mira del Banco Mundial piensa en una labor integral de Gestión Social (del cual hace parte el componente ambiental), también se hizo certificar internacionalmente en el componente ambiental, y las buenas  las prácticas en el tema de compra predios han sido ejemplo mundial y motivaron a un cambio de ley para todo proyecto de ciudad en el que se deba tocar este tema tenga mucho más en cuenta a las personas que se afectan. La realidad es que si no es Metroplús quién hace hoy la ampliación de esta avenida, las alcaldías tienen la obligación de hacerlo, según el POT firmado años atrás.

Pero en fin, no me voy a desviar. Simplemente me tranquiliza que esta empresa le toque afrontar este tema porque conozco de primera mano su responsabilidad en todo lo que es socio ambiental-.


Yo lo que peleo y que me duele, es cómo en ocasiones confundimos el compromiso ciudadano, saliendo sin argumentos y en los espacios menos indicados, cuando ignoramos todos los llamados al diálogo, y cuando no somos coherentes con lo que hablamos.

Yo me hago una pregunta, hablando del llamado Túnel Verde ¿cuántas personas de las que han salido a marchar han sembrado 1 árbol en su vida? ¿Cuántos 1 este año? Yo a los 9 años monté una campaña y puse a todo mi barrio a sembrar 200 que me conseguí con el municipio, en este año, con mis propias manos he sembrado 15. Digo esto porque no estoy a favor de las talas de árboles, en sí. Pero también se que el medio ambiente no depende solo de un árbol, sino de un conjunto de comportamientos y compromisos que deben ser de todas las partes, de todos los que protestamos y los que no. ¿Cuántos de los que están protestando sacan el carro para un par de cuadras? ¿Cuántos gritaban que no se necesita Metroplús porque en Envigado todos tenemos carro? ¿Dónde está el sentido ambiental? ¿Dónde está el sentido de lo público?

No es coherente el uso desmedido de vehículos en el Valle de Aburrá con un discurso ambiental. La cifra de carros en el 2005 ya era más que duplicada en el 2011, con tan solo 6 años, y lo que contamina un carro en un año, un árbol se demora en recuperarlo 30 años. Por eso la compensación que hoy se habla de reponer los 132 que se van a intervenir por 2000, me encanta y voy a luchar por asegurarme de que si se dé, más cuando se que de esos 132,  70 están enfermos y si no se reemplazan hoy, en un año seguramente no estarán, y quién sabe a quienes podrán accidentar.


Y me encanta que por fin nos duelan los árboles, lo digo de corazón, pero en esta protesta en particular hay mucha incoherencia de mucha gente.  Tengo personas muy apropiadas en esta protesta a las que considero muy inteligente y que he admirado mucho. Así como desde las directivas de Metroplús. Y aun así siento que nos falta coherencia.

A Metroplús le ha faltado comunicar mejor su intervención, Sí, es claro, pero a nosotros nos ha faltado buscar la información en los lugares y espacios indicados. De haberlo hecho, todo esto se hubiera evitado. Si miramos la historia de este tramo, la comunidad hizo cambiar el diseño inicial para salvar 4 árboles de Otra Parte por considerarse patrimonio histórico, obligando a mover como 20 que no estaban inicialmente para ser intervenidos, y la comunidad lo aprobó en su momento.  Esto que me dice a mí, que si ha existido intención de escuchar a la comunidad, solo que poco le paramos bolas a estas citaciones.

Por eso digo que antes de atropellar, porque me ha tocado ver cómo insultan no solo a los directivos, sino a los señores que abren huecos a un metro de donde están los actuales para recibir algunos trasladados.

Dicen que Metroplús no tiene un plan ambiental. Me consta que lo tiene y me consta lo que han hecho las ingenieras forestales por minimizar cada vez más los individuos a intervenir. Sin olvidar que no solo están cumpliendo con las exigencias legales en el tema, están superando el trabajo de compensación como ningun otro proyecto no lo ha hecho en la ciudad.

Pero más allá de eso, cada que dicen que no tumben un árbol dicen que no se haga Metroplús porque en Envigado todos tenemos carro me pregunto si saben que lo que contamina un carro en un año se demora un árbol en recuperarlo 30 años.
¿Somos ambientalistas realmente? También dicen que se usa carro porque no tenemos un buen sistema de transporte público, pero tampoco dejamos implementarlo.

Me encanta que nos movilicemos a defender el medio ambiente. Amo los árboles, me crié en una finca. Pero cuando inició el grupo en Facebook en defensa de este túnel, viendo la fuerza y el corazón que creía que tenían y pensando en que también tenemos que recuperar los que no se han repuesto por construir tanta vivienda, propuse en el muro que como legalmente a estas alturas tumbar un proyecto que se viene socializando desde hace AÑOS es imposible, nos uniéramos a verificar que cumplieran con el compromiso inicial de sembrar 3 por cada árbol movido o talado, y que pidiéramos más y nos tomáramos el municipio con una siembra ¿Y saben qué me respondieron? este espacio es solo para quejas….. plop

Esta semana me fui a caminar para ver con mis propios ojos cuáles árboles se iban a mover y a ayudar a buscar los lugares donde se van a sembrar, con la idea de que se queden lo más cerca posible para no afectar la biodiversidad de la zona y me encontré cosas maravillosas. EL Colombo Británico va a recibir 5 y están felices de cuidarlos, me enteré también que hoy hay 7 especies de árboles en este tramo, y que van a llegar 16, lo que quiere decir que enriquece la biodiversidad del lugar.

Pero días atrás también me encontré cuando inició este tema, con un pelado que salía del campamento, y como si no supiera nada del tema le pregunté qué hacía allí y me dijo que la verdad no tenía programa en las vacaciones y que le ofrecieron pagarle por ir a dormir allí.

Yo no defiendo a Metroplús. Es un proyecto en el cual creo en el mediano plazo y del cual he visto cosas buenas y malas. Desde el comerciante quebrado por la obra, como muchas familias felices porque el proyecto le cambió la calidad de vida.

Si hablas con la gente de Itaguí, aman Metroplús, preguntan que cuando van a poner una línea por su barrio; o si vas a Manrique, ves cómo antes no había un árbol y hoy hay un corredor arborizado.

He tenido la fortuna de hablar directamente con la gente por una investigación que estoy haciendo ahora, y por historias periodísticas que he hecho en el pasado. Y si además vemos que hace unos días se hizo una encuesta a más de 1000 usuarios del sistema, y que el 90% manifestaron estar muy satisfechos o satisfechos con Metroplús, eso quiere decir que en algo tenía la razón el líder que en su momento propuso esta obra.

Si vamos a hablar con la gente que vive en las zonas de influencia donde ya funciona, lo quieren: el espacio público, el tiempo y dinero que ahorran, en fin. Obra es obra, y sin duda genera dificultades e incomodidades. No desconozco que Metroplús ha cometido errores, en especial de comunicación, no ha sabido contar el proyecto más allá de la zona de influencia y por eso hoy hay más gente de todo Medellín que de Envigado en las protestas, y por eso es que es tan fácil contagiar las emociones que en algunos momentos siento que están cargados de intereses particulares, no racionales.

Pero ese para mí no es el fondo. Me duele el medio ambiente, me duelen los arbolitos y tengo claro que por un buen ambiente es importante renovar. Los árboles jóvenes renuevan más y mejor el oxígeno que los viejos. Y aun así casi lloro al ver cortar los primeros árboles, sumado a ver el dolor de la comunidad.

Hoy hay un compromiso de sembrar no 3 por cada uno que se interviene, hay un compromiso de sembrar 15. Se cumplió mi sueño, vamos a tener que buscar muchos lugares adicionales para arborizar. Y si me permiten ayudar a sembrar los nuevos, seré supremamente feliz.

Yo no soy activista, no creo en los fanatismos, creo en las acciones. Y hoy me duele que frenen no a Metroplús, que frenen la renovación de los 132 y la llegada de los otros 1870. Pero adicional, la oportunidad de tener un sistema digno de transporte masivo para que nos dé pereza sacar el carro, como pasa con el metro, y así poder hablar de un cuidado integral de nuestro ambiente. Además, las especies que van a llegar son especies pensadas para la ciudad y para promover la biodiversidad.

Sin contar con un espacio digno para personas con discapacidad así como para nosotros, un espacio verdaderamente público donde cabemos todos y la posibilidad de integrar a toda la ciudad y no vivir en islas como nos suele pasar.

Cuestionemos, cuidemos, vigilemos a nuestros líderes, claaaaro, pero proactiva y racionalmente, poniendo el corazón no para reemplazar la razón, sino para convertirlo en pasión. Ayudemos a crecer esta ciudad, y si hay que tumbar algún proyecto tumbémoslos, pero con coherencia, respeto y en los escenarios que son.

Ayer (junio 28 de 2013) en el Concejo de Medellín un grupo de EAFIT que fue, ovacionó y aplaudió emotivamente al escuchar la presentación del Gerente de Metroplús, un discurso claro, coherente, concreto y reconociendo algunos de los errores que se han cometido. Pero estos estudiantes tambipen pudieron ir y al terminar criticar. Estaría bien, también me habría parecido maravilloso, porque se dieron a la tarea de escuchar, pero además de este grupo que fue como parte de una clase, no eramos más de 15 en las tribunas. ¿Dónde están los 17 mil que firmaron pidiendo espacios de concertación y diálogo?

Hoy, quise ser testigo de las primeras talas, como quiero ser testigo de las siembras, pero me fui cuando vi llegar a políticos que ven en estos espacios una buena oportunidad de recoger votos. Y que llegan con ánimos de pelear. Entre los protestantes en algún momento intentaron reaccionar violentamente, pero la misma comunidad invitaba a la calma, pero ver llegar a Jorge Melguizo gritando a los policías, diciéndole que su sueldo lo pagaba él, y que por eso tenían que irse en contra de Metroplús, subiendo el tono de voz acalorando la gente, cuando en el Concejo de Medellín, un espacio de socialización y discusión ni se asomó, es cuando uno intuye la verdadera intención de la presencia de algunos personajes. Tal vez en el Concejo no hay tantos votos como en la calle.

En fin, concluyo diciendo no que no protestemos, pero cuando sabemos que en términos legales un proyecto que ya ha sido adjudicado no tiene reversa, si no peleamos en el momento que era, luchemos por que se cumpla y se mejore lo que nos llega, informémonos bien, no nos dejemos llevar y empoderemonos de los discursos asumiéndolos también en lo que nos corresponde en la vida personal, no solo exigiéndola a los demás . Esa es mi invitación