viernes, 3 de febrero de 2017

El mal llamado Código de Policía

Si, mal llamado código de Policía. Y lo afirmo de manera rotunda, porque si bien son ellos los llamados a reportar los comportamientos ajenos a la convivencia, este debería llamarse así, solamente, Código de Convivencia, quitándole la palabra Policía. El solo título refuerza un comportamientos o actitud muy común en la formación de la sociedad en que vivimos, donde siempre culpamos al otro, pues nos cuesta asumir responsabilidades de nuestros propios actos. No es un código para la Policía, es un código de convivencia para todos, y es por eso que encontramos tantas reacciones en las redes sociales donde cuestionamos a esta institución por el código, sin considerar que fue redactado y aprobado por civiles,  y que invita a un comportamiento de cualquier ciudadano, policía o no. Es tan simple como portarse bien, como dirían las abuelas: Pórtese bien mijito; y esta invitación no es solo para la Policía. Nos falta mucha RESPONSABILIDAD y CORRESPONSABILIDAD.

Me duele cuando veo memes insinuando que el código va a enriquecer a los hombres y mujeres que en la calle deben velar porque NOSOTROS nos comportemos bien. Que tan triste que tengamos que  tener policías que nos digan cómo debemos comportarnos, cuando es tan sencillo respetarme, respetar mi entorno y como no, respetar al otro. ¿Dónde estamos los padres de familia? ¿Dónde quedaron las normas básicas de comportamiento? Si de antemano estamos pensando que la policía nos va a recibir sobornos, es porque nosotros mismos somos corruptos. ¿Dónde está mi responsabilidad en este proceso?

Es muy fácil culpar al otro, pero la sociedad sería tan diferente si nos comprometiéramos con nosotros mismos.


El día que entró en vigencia el nuevo código, me tocó ver a unos menores que intentaban descolgarse  por la vía Santa Elena. Es su afán de proteger la vida de los menores, unos policías los detuvieron y la reacción inmediata fueron insultos y golpes de los menores, porque no les dejaban vivir su aventura. La situación se acaloró un poco, al punto que en redes sociales otros jóvenes del corregimiento insultaban a la Policía por sujetar a estos menores una vez se pusieron agresivos. Recuerdo comentarios como: Yo también me he tirado y que, esos hp no tienen por qué meterse…. Yo leía esto y no podía creerlo, es como si dijera, yo también cometo infracciones pero si me corrigen, la culpa es del otro.


¿Qué pasa entonces cuando estos actos ajenos a la convivencia de un vecino me afectan a mí? Ahí sí criticamos si la Policía no actúa con celeridad. Somos una sociedad incoherente. Desautorizamos a la autoridad y al mismo tiempo exigimos que nos cuiden. Cometemos actos que afectan mi integridad y la de otros, y los malos siempre son terceros.


A mí no me enseñaron la Urbanidad de Carreño en el colegio, ya no era obligatorio, pero a veces creo que sería importante retomar algunos elementos. Si aplicáramos por ejemplo el  trato con la familia debe de ser un trato con respeto, amabilidad, cariño, comprensión, pues esto también se reflejara cuando estemos fuera de nuestra casa,las cosas serían muy diferentes. Quien trata con respeto a sus padres le queda más fácil respetar a los demás. Pues adquirido un hábito no es difícil su aplicación. Y soy una convencida de que si supiéramos de respeto propio y  a los demás se evitarían muchas problemáticas sociales que hoy vivimos como el maltrato, corrupción, agresividad, riñas, hurtos, etc.


Y si bien no soy Policía de investidura, si me considero una verde oliva si se trata de promover el respeto y los valores ciudadanos, labor que me consta realizan muy bien y con mucho compromiso, en especial los encargados de Prevención de la Institución. Una labor que no sale en noticieros, pero con mucho sentido en el territorio.

Respeto a cualquier tipo de autoridad, uniformado o no, para mí eso es fundamental para la convivencia ciudadana. Hace parte de las normas sociales. Algunos me dicen que no todos los uniformados son buenos, y estoy en total acuerdo, al igual que tampoco lo son todos los abogados, contadores, periodistas, ingenieros, etc. Quienes con cuyas malas acciones son protagonistas de corrupción y otras faltas que afectan a toda la sociedad. Pero escudarnos en que hay gente mala, no nos puede dar la pauta para nosotros hacer bien o mal las cosas. Yo respondo por mí. Y si hago bien las cosas, mi entorno mejora.


La convivencia comienza por casa, invito a que aprendamos a mirarnos al espejo, a asumir nuestros actos y los de nuestros hijos, apliquemos nuestros correctivos sin esperar a que otros nos llamen la atención, y solo así veremos el verdadero paraíso que es nuestra Colombia y el mejor potencial que tenemos.  Nuestros problemas no nacen en los políticos o en quienes hacen cumplir las normas. Solo YO SOY RESPONSABLE de mi entorno. Si todos pensamos así, cada vez será más fácil la convivencia.


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