No importa si son robados o son sinceros,
cada beso se marca en mis labios y uno a uno hoy los siento.
Como ese beso simulado en la comisura de mis labios, que por varios días sintieron tus labios plasmados.
O aquél que por un tropezón llegó a mí,
y en medio de la multitud paralizó mi existir.
También recuerdo ese beso de despedida en mi oficina,
que aunque lo esperaba y lo quería,
llenó mi cuerpo de cosquillas y mi cara con gran una sonrisa.
Pero así me quedaría recordando cada uno de tus besos,
porque cada uno lo recuerdo y son ellos un gran alimento.
Tus besos suaves y lentos, así como los acelerados y apasionados,
son ellos los que hoy me llenan de luz y llevan al cielo.
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