domingo, 14 de octubre de 2012

Crecí en un hogar donde la educación era lo más importante,
fui a buenos colegios y una reconocida universidad,
y aunque la formación de mi hogar fue muy abierta,
indudablemente el entorno latino tuvo una gran influencia.

En la adolescencia nos decían que no
 podíamos demostrar lo que sentíamos,
por eso cuando discutía con mi novio, 
esperar a que me buscara
era la única opción, 
castrando el deseo de hablar y 
sanar cualquier situación.
Y tuvo que ser frente a un ataúd que 
pude decir mi primer perdón.

A muchos amigos les enseñaron que los hombres no lloran.
¿No lloran?  ¿A caso no sienten?
¿Por qué sus ojos tienen lacrimales?
Por eso fracasan tantas relaciones,
 muchos hombres que conozco se asustan cuando sienten sus corazones,
y mejor salen corriendo antes de expresar sus sentimientos.
como si los hombres no tuvieran derecho a ser felices y expresar,
 porque de alegría también se llora,
y no se debe sentir culpable por ser feliz.

La primera vez que mi madre escuchó que le dije TE AMO
a mi hijo, me interrumpió con un grito: 
lo vas a volver gay o edípico.
Quien dijo que el amor "daña", por el contrario
lo que hoy veo en su adolescencia 
es a un niño feliz y seguro,
a quien le auguro muchos triunfos,
porque amar no es malcriar, 
no son acciones directamente proporcionales.

Amaos los unos a los otros como yo te he amado, dijo Jesús.
¿Quien no se ha sentido feliz con un abrazo?
¿Quien no se ha sentido feliz sintiendo que le importa a alguien?
¿Quién no se ha sentido feliz con un beso?
o si se quiere, quién no ha sentido el vacío por  
la ausencia o la castración de un sentimiento.

Me gusta amar lo que hago,
me gusta amar mis espacios,
me  gusta amar a quien está a mi lado,
y si es necesario, me gusta llorar
cuando todo se ha acabado.

La vida me ha enseñado que vivir cada emoción,
 lo más alto y lo mas bajo, si quisiera ponerlo en un gráfico,
es lo que me ha hecho grande y a entender lo que hago.
No se trata de sentir o dejar de sentir,
se trata de vivir y en tender cada situación,
agradecer cada momento,
reconocer donde me pierdo
y volver a encontrar el camino.

Sigo aprendiendo cada día,
sigo creciendo y madurando,
pero aprender a entender mis sentimientos
reconociendo lo malo y lo bueno, 
me ayuda a encontrar mi paz,
y si se puede decir,
me ayuda a ser feliz, así no estés aquí



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