domingo, 8 de febrero de 2015

Ser valiente es saber decir NO

Hace un par de noches, mientras caminaba con unos amigos en la oscuridad por el bosque, uno de ellos me decía: “me encantan las mujeres valientes que no sean temerosas”. A lo que yo le respondí: Y saber que eso es lo que espanta a los hombres. Y es que en muchas ocasiones eso he sentido; de entrada puede ser atractivo ser una mujer valiente e inteligente, pero cuando inicia una relación a los hombres les asusta no ser el único que domine la situación.

Pero el tema es más profundo. Si bien sé que no es común que una mujer viva sin “la protección” de un hombre en una finca, y que llevo mucho tiempo sola, cuando pienso en esas dos cosas y en todo lo que he vivido me doy cuenta que lo más valiente es saber decir NO.

Claro que me hace falta sentir la compañía de alguien. Hay momentos en que eso es importante. La sexualidad no es una prioridad, porque la verdad es que existe mucho voluntario, y uno puede elegir a quien decirle yo quiero, pero esa es otra historia, porque muchas veces son lo que yo no quiero, ni lo que yo me merezco, lo que si es cierto es que la ausencia o no de sexo es una decisión, no una opción.

Cuando uno ve pasar los días en soledad, en ocasiones me viene a la mente esa frase que tanto me repetía mi ex esposo: usted no aguanta para nada, no inspira ni un mal pensamiento y como estamos casados me tiene que aguantar que yo tenga las viejas que quiera. La verdad son palabras que aporrean y esa época fue la primera vez que supe ser valiente al decir NO, no quiero más esto y prefiero estar sola, o bueno, sola no, estar lejos de un hombre.

Y ahora que trabajo en un mundo con tanto hombre, cuando en la mayoría de las oficinas somos más las mujeres, me doy cuenta que no es verdad lo que hace 13 años me decían, pues un poquito más vieja y gorda, sigo siendo atractiva, hay lugares donde no paso desapercibida. Eso sí, disfruto del alago con la tranquilidad de saber que en la mayoría de los casos es solo palabrerías, como quien dice, disfruto el dulce, pero no me empalago, ni me engaño.

Por otro lado, escucho las historias de mis amigas, sobre todo de aquellas que no están casadas y me encuentro una común denominador, las que sufren es porque no se dan valor y no saben decir NO. Algunas me expresan admiración por como vivo de bueno sola, y yo me pregunto cómo se aguantan lo que se aguantan, y me doy cuenta que la valentía no está ser capaz de caminar un bosque de noche, ser valiente es ser capaz de decir NO y hacerse respetar, y no se trata de moralidad, es dignidad, porque incluso para quienes deciden ser la otra, hay que saber lo que significa esa posición y ser uno quien domina la situación.

Insisto, no se trata de mojigatería, ni moralismo. Algunas relaciones foráneas o prohibidas pueden ser interesantes y excitantes. Pero esas relaciones hay que vivirlas no con el corazón, ni con la ilusión. Deben ser llenas de razón, cien por ciento razón para saber salir de ellas antes de causar y causarse daño. 

Por mi edad, la mayoría de propuestas llegan de hombres casados, menores de 30 o las dos situaciones combinadas, y como siempre digo, antes que convertirme en la otra y tener que esconderme, prefiero ser 10 años mayor, y es una decisión pensando mí. Algo que difícilmente entienden mis amigas casadas, siempre me cuestionan el no mirar hombres de mi generación, pero es que el prototipo de hombre disponible a los 40 es un término muy escaso. 

Y la verdad creo que entrar en una relación donde el masculino está comprometido y esperar que algún día se convertirá en el príncipe azul es bien iluso. Puede que ocurra, conozco historias, pero no es la media. Bueno, también existe el caso de la que entra muy segura de saber que esa relación no la va a comprometer, pero los vacíos de la soledad la engañan y termina enamorada. Por eso insisto en que decir NO es un acto valiente.

Adoro a mis amigas, y me duele cuando veo las que sueñan con que algún día se separen, o a la que le exigen fidelidad cuando en las noches llegan a sus casas a disfrutar con la mujer oficial. En esencia, todas ellas sienten un vacío, y hasta me atrevo a decir que logran sentirse más solas que yo con las migajas que reciben y en especial cuando se despiden de ellas para volver a sus casas, pero son incapaces de dejarlos, o por lo menos les cuesta, y hasta terminan siendo ellos las que las dejan, mientras ellas se aferran al supuesto de que algún día llegará. Que tonta es la sociedad que se autocritica por no tener a alguien al lado, es ahí donde aceptamos sobrados.

¿Valiente por estar sola? SI, y aunque nunca llegue el que realmente quiera darse el lujo de tener una mujer valiente, que camine al lado y no atrás, a la que pueda cuidar pero al mismo tiempo en que se pueda apoyar, prefiero seguir teniendo solo amigos, y de vez en cuando alguno que otra aventura para disfrutar mi feminidad.
Más miedo que caminar por un bosque o conducir sola en una carretera, es aceptar estar  “al lado” de un hombre que no sea lo suficiente hombre como para ser capaz de llenar mis necesidades sexuales, intelectuales y afectivas, sin tener que esconderme y que sin duda sepa darme mi lugar. Por eso me siento orgullosa de las veces que hoy digo NO, prefiero quedarme sola.

                                                                                                                   

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