miércoles, 15 de junio de 2016

Barrismo, una gran oportunidad de generar Responsabilidad Social Empresarial, cultura ciudadana y marca

Anoche mi hijo de 16 años fue abordado por 7 jóvenes de la denominada Banda Pirata del Atlético Nacional, además de buscar como trofeo el buzo del DIM que llevaba puesto, se quedaron con su mochila, billetera y bicicleta. 7 jóvenes con edades cercanas a los 20 años que con la excusa de “hacer sentir el territorio de su equipo” se convierten en delincuentes y ellos no solo no se dan cuenta, se creen héroes. ¿Barristas? ¿Ampones? ¿Desadaptados? No me atrevo a darle nombre, pero sin duda con un apellido, y este es el nombre de un equipo.

Más allá de acusar a un color, hoy quiero hacer una invitación a quienes realmente son dueños de los escudos, y son los dirigentes de los equipos. Cada que sale en las noticias o en redes sociales una denuncia de un hecho violento asociado a hinchas con un escudo definido, se está asociando la palabra delincuencia al equipo como marca. Es muy común oír en la calle  “los delincuentes… los pillos… los desadaptados del equipo x”.

Esto es algo que cada vez se arraiga más al inconsciente de la comunidad en general, y lo que algunos asumen como apoyo a su equipo, realmente es contribuir a afectar las arcas del club, y la tranquilidad y seguridad de una ciudad. Dos hechos que sin duda afectan el desarrollo económico de equipo y sociedad.

¿Por qué digo que afectan las arcas del equipo? Muy sencillo, al generar una sensación de inseguridad alrededor de las actividades del estadio, esto hace que más personas quieran ver los partidos en una pantalla que vivir la fiesta del fútbol. Por otra parte, en términos de mercadeo, son menos los artículos de merchandising que se venden al producir miedo el porte de estos en la calle, además de cerrar opciones de eventos para el grupo familiar, que es un público con mayor capacidad de adquisición que solo jóvenes dependientes. Si mi negocio es el fútbol y este se relaciona con inseguridad, es una fórmula muy sencilla para disminuir en alto porcentaje de público objetivo de mi marca.

Soy consciente que en el país se han hechos esfuerzos por bajar los ánimos violentos que genera en ocasiones las pasiones. Se han sentado a dialogar los líderes de las barras con equipos y administraciones, pero ¿hemos logrado sensibilizar la cultura barrística? Tal vez ahí nos falta mucho y somos estado, equipos y ciudadanos los llamados a actuar. Pero hoy la invitación es más para los equipos, pues además del placer de saber que construyen ciudad, mejoran sus ingresos.

Si bien, en mi corazón hay un gran dolor por lo que vivió mi hijo, a causa de seguidores de mi propio equipo, al que yo sigo. Hoy mi queja la quiero convertir en una propuesta propositiva, una invitación no solo a reflexionar, una invitación a un trabajo específico de responsabilidad social, que fortalezca imagen, reputación y economía de los equipos, y como no, de la ciudad.

Normalmente cuando las empresas hablan de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) se hablan de proyectos específicos a través de fundaciones y temáticas específicas con lo que se considera labor social o ambiental. Y sin duda el trabajo con niños, enfermos y reciclaje es importante, importante, importante. Soy una convencida de que complementario a esto que ya se ha definido como política en las organizaciones, hay otras acciones que no requieren inversiones adicionales, solo un interés en el enfoque comunicacional.

Cuando hablamos de reputación de marca, sin duda la interacción con las audiencias es algo fundamental, y como yo digo, la gerencia de la comunicación es la gerencia de los detalles. En este caso el detalle que invito a observar es el enfoque de los mensajes que damos cuando estamos interactuando. Podemos crear concursos para lograr entradas, podemos rifar camisetas, etc., todas esas actividades que hoy se hacen desde mercadeo, pero la forma de lograr esos premios puede cambiar el discurso, y esto no cuesta más.

Al hablar de reputación de marca, sin duda esta se asocia a lo que somos, lo que reflejamos, lo que interactuamos y lo que actuamos. ¿Cómo es el hincha que quiere el equipo?

El que va al estadio a alentar al equipo. El que invita a sus amigos a ver al equipo. El que lleva a sus hijos para que se enamore del equipo. El que tiene mente ganadora así su equipo no esté ganando. El que todos quieren ser como él. El que quiere y puede invertir en el equipo. Etc. Estas me imagino yo que son algunas características de lo que muchos equipos quieren, y si observamos, en otras palabras queremos hinchas líderes y ejemplo, que se conviertan en referente de un equipo.

¿Será que así son los hinchas que hoy tenemos en nuestro imaginario? Si preguntamos, hoy se asocian los hinchas al joven temerario, que asusta y del cual me alejo en la calle cruzando de andén, para evitar que me pase algo. El que pide plata de manera temeraria para poder ver un partido, entre otras.
Bueno, pues una vez se tenga claro el perfil del hincha que tenemos y el que queremos, debemos comunicarlo, pero interactuando, abriendo puertas a conversaciones que de manera simbólica, natural o comercial, me invite a querer parecerme, para sentirme realmente hincha de mi equipo.
Una herramienta que hoy es muy fuerte para generar esa interacción son las redes sociales. Aquí ya tenemos una herramienta inicial. Estas son usadas también para el posicionamiento de marca. ¿Por qué no definir una estrategia de mercadeo que hable del verdadero hincha, del hincha que queremos ser? Exponer, interactuar y vivir los valores del personaje que queremos. Desde la cotidianidad de la comunicación diaria, con un lenguaje claro, definido y temerario, no por violento, sino por seguro, imponente y coherente.

¿Cómo hacerlo? Hay muchas formas, y depende de lo lejos que quiera llegar cada equipo. Y si bien esto parece una propuesta de comunicación o mercadeo, yo lo veo como un proyecto de RSE, porque si somos capaces de medir la disminución de hechos violentos asociados al uso de prendas del equipo, si podemos presentar el incremento de familias que lleguen al estadio como un espacio de socialización y bienestar social, si podemos lograr que las tribunas no paren de cantar coros alentadores, imponentes y retadores, pero sin discurso violento, podremos decir que estamos contribuyendo a construir una sociedad tolerante, menos violenta y más competente. Esto también es responsabilidad social empresarial.

Es otra forma incluso de contribuir a mejorar la seguridad de nuestra ciudad. Ahora sí, y como mamá de un barrista, me preocupa cómo la mentalidad de los jóvenes comienza a corromperse desde el mismo momento que duran 90 minutos cantando insultos a autoridades y equipos, letras que hablan incluso de muertes.  Desde el PNL está comprobado que repetir mucho un discurso hace que nuestros cerebros se los crean. Y no me considero moralistas, pero de tanto gritar matemos, que mueran, etc., todas esas expresiones violentas y agresivas, hacen que el más mínimo momento de calor, ese mensaje cale y se lleve a la acción. Lo que mucho decimos, terminamos creyéndolo. ¿Cómo no va a ser responsabilidad social empresarial ayudar a construir mentes fuertes pero tolerantes, respetuosas y comprometidas? Esto también es medible, y además de dejar mayores dividendos para los equipos, ayuda a construir sociedad.



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