sábado, 20 de agosto de 2016

No me lo dijo la Policía, lo entendí solita

Quienes me conocen desde hace un buen tiempo, notaron que mi paso por la Secretaría de Seguridad realmente me marcó. Si bien antes de esa experiencia, jamás había tenido relación alguna con alguna fuerza pública, hoy hay quienes creen que trabajo para la Policía. Y aunque admiro y apoyo incondicionalmente la institución, mi compromiso es de corazón con contribuir con una transformación social, hablando de seguridad.

Para los ciudadanos comunes el verde oliva de los uniformes representa en muchas ocasiones aspectos negativos por desconocimiento y por culpa de los medios. No voy a decir que es una institución perfecta, mi admiración es honesta y reconoce que no lo es, como no es perfecta la humanidad. Amo mi profesión y tengo colegas que dejan mucho que desear.

Digo por desconocimiento, porque solo preguntamos por la Policía cuando tenemos un problema o cuando vemos una crítica o cuestionamiento en algún medio. Y es que en nuestro país hemos aprendido, no entiendo por qué, que las noticias tienen que ser negativas, con muy pocas excepciones como el caso del deporte. Y sin darnos cuenta terminamos actuando poniéndonos la camiseta de señalar, si la noticia es negativa y del triunfo si es positiva. Pero ¿Dónde está nuestro compromiso? ¿Nuestra corresponsabilidad?  

Y SI, digo corresponsabilidad en la realidad nacional, porque así como el apoyo al deporte desde nuestra cotidianidad familiar y laboral contribuye a lograr triunfos olímpicos (ya bien hemos resaltado el esfuerzo personal de quienes nos representan de manera internacional), si no fuera por algunos jefes flexibles en tiempos, o del esfuerzo familiar para cambiar una salida por pasajes para entrenar, hoy Colombia no celebraría 8 medallas olímpicas. La ayuda del Gobierno es poca, pero no es una barrera. Y hoy que los dirigente se dan cuenta de lo mucho que impacta económicamente a diferentes industrias (deportivas, mediáticas, publicitarias, entre otras) y al acercamiento con la comunidad gracias al éxito deportivo, con seguridad comenzará a ser más fuerte el espacio en la agenda política nacional y local. Entonces, mirándolo de este modo, GRACIAS familiares y amigos de Ibargüen, Pajón y demás, ellos son héroes silenciosos.

Y así como en el deporte, en la seguridad también podemos ser corresponsables, con un ingrediente adicional, y es que tal vez en todas nuestras casas no hay deportistas potenciales, pero en todas si practicamos la convivencia, fortalecemos valores y construimos cultura ciudadana, que por la historia de nuestra realidad nacional, no siempre es de manera positiva. De lo que si estoy segura es que en la mayoría de los casos no es de manera consciente y mucho menos mal intencionada, es simplemente supervivencia.  Y es este punto es el que me hizo valorar la labor de miles de Policías y Soldados que hoy recorren cada rincón de nuestro país.

Salir a recorrer todas las comunas y corregimientos de Medellín como Comunicadora de apoyo al trabajo de intervención en territorio, con articulación de todos los actores oficiales y militares, me permitió no solo conocer mucho del trabajo de estos hombres y mujeres que incluso en algunos casos no dimensionan la gran y desagradecida labor que desarrollan, y digo que no dimensionan, porque a veces, como todo ser humano terminan mecanizando su labor, con la firmeza de cumplir con unas responsabilidades y procedimientos, que sin darse cuenta también fortalecen corazones y sueños de los que por su entorno no se imaginan futuro. Nos pasa a todos, no es sino ver la frialdad de algunos médicos para hablar de una enfermedad o la destructiva forma de escribir titulares, en la prensa nacional.

En el entorno en el que crecí, tal vez la labor de prevención en seguridad no era ni es muy cotidiana. Recuerdo que en mi adolescencia lo más cercano que estuve de la Policía fueron los escoltas de civil que asignaron a la ruta escolar, cuando la guerra de la mafia en mi ciudad amenazó a los “hijos de papi”.

Hoy, entendiendo la gran labor que va mucho más allá de recorrer las calles o pararse en una esquina para disuadir al delincuente, que es tal vez lo que la mayoría vemos. Y no es sino recordar algunos comentarios para exponerles lo que hoy veo, como el de un joven de unos 14 años en un barrio vulnerable de Medellín (omito a conciencia el nombre de la comuna para no seguir sumando a la estigmatización de algunos barrios llenos de bellas personas), quien hace parte del grupo juvenil que lidera la Policía de Prevención Comunitaria, quien me dijo mientras se tomaba un refrigerio en medio de un evento, que si bien a él no es que le gustaran todas las actividades que realizaban, tenía muy claro que en su cuadra quienes no estaban cerca a la Policía eran obligados a trabajar con los grupos al margen de la ley, y el conservaba el sueño de ser algún día un buen profesional.

Otro joven de unos 13 años, integrante de otra cívica infantil y juvenil de la ciudad,  en medio de una ceremonia a la que pudo asistir por un sencillo favor que le pude hacer al ver una dificultad puntual, y en la cual yo estaba haciendo el registro del evento, se detuvo en medio del acto y pensando en voz alta mientras le daba la mano a un Coronel y 2 Generales, expresó: “Ahh no soy capaz, dañé el protocolo”, y acto seguido desvió el recorrido y se fue abrazarme tan fuerte, tan fuerte y con lágrimas de emoción, haciendo llorar a medio auditorio que no solo no conocían el hecho y tampoco escuchaban lo que me decía al oído: “gracias, gracias;  usted creyó en mi con su apoyo, y no sabe cómo me ayuda a entender que todo es posible”.

Esta administración no vio necesario mi aporte en la Secretaría de Seguridad, tampoco soy empleada de la Policía, pero quienes saben que HOY acompaño un proceso de una de estas Cívicas Juveniles de la ciudad, podrán entender por qué estoy ahí, y por qué no veo como un favor que hago a la Policía, sino un gran honor saber que me permiten aportar a esta bonita labor. Y si sigo hablando de seguridad y me enorgullezco contando las cosas buenas que me doy cuenta que hace esta institución, es porque estoy convencida que con pequeños actos, y un poco de terquedad, algo puedo hacer para que todos entendamos, como lo hice yo, que la seguridad no la hacen otros, la hago YO en mi propio entorno, y cada uno de nosotros con lo que hacemos y decimos.

Somos unos ingenuos, y en algunos casos sin darnos cuenta ayudamos a fortalecer más a la delincuencia a la que tanto tememos y creemos que pedimos combatir, pero si destruimos sin misericordia una de las bases más sólidas del trabajo policial, que son la confianza y la credibilidad. Y sé que muchos me dirán que hay razones para no confiar, pero cada que pregunto por qué, el 90% de las personas me argumentan con hechos de un conocido de un conocido, ni siquiera nos damos la posibilidad de conocer, intentar y aportar.

¿Cómo podemos enseñarle a nuestros hijos que nos respeten, que respeten a sus docentes, o a cualquier referente de autoridad si somos felices haciendo chistes burlones de quienes deben hacer cumplir la norma? Insisto, no todos son perfectos, pero la meta es fortalecer la institucionalidad y muchas cosas pueden cambiar. De esto estoy segura ¿No puedo yo como ciudadano cambiar la institución policial? Claro, hablando de respeto, honestidad y conciencia social en nuestras familias. Fortalecer la familia también es fortalecer a la institucionalidad, así como los nuestros ellos son hijos en otros grupos familiares, que si no son nuestros hijos tal vez van a ser amigos de los nuestros, o vecinos.

Pero también podemos denunciar un acto de irregularidad, CLARO. Así como escuchamos noticias de responsables de la seguridad que cometen delitos, pero cuando vemos esas noticias no nos damos cuenta de que hubo otras autoridades que actuaron frente a esos hechos y posiblemente apoyados por ciudadanos comprometidos con la denuncia. Me consta la rabia y decepción que le da a la mayoría de los policías cuando se dan cuenta que un compañero se le olvidó cuál era su papel en esta sociedad.

Darle el lugar a nuestras fuerzas armadas, y a la autoridad en general, es limitar el actuar delincuencial, pues aunque no lo crean, los que aun en su inconsciente los respetan, se limitan más en su actuar en la ilegalidad. ¿Y no es esto lo que queremos? ¿No nos soñamos menos delitos? Sin duda somos Corresponsables.

Hace unos días, en redes, alguien que se quejaba de una situación de inseguridad y de la policía, me decía que no había denunciado a la autoridad, que había puesta la queja a los medios de comunicación y no habían hecho nada.


¡PLOP!, ¡no denunció el hecho en el conducto regular, y como los medios de comunicación no le resolvieron el problema, criticaba a la policía!

La verdad los seres humanos no nos escuchamos ni a nosotros mismos, somos felices criticando, y no nos damos cuenta de, permítanme la expresión, las burradas que decimos. ¿Los medios de comunicación estructuran operativos contra la delincuencia? ¿Desde cuándo nos creímos el cuento de que los medios son los que juzgan en este país? ¿Cuántas capturas realiza un noticiero al mes?
 Y me preocupo más al pensar y recordar las clases de ética en la universidad donde nos subrayaban la responsabilidad social de la comunicación, y viendo esta deducción incoherente de un seguidor, por no decir crítico en redes, me pregunto dónde está la construcción de país y tejido social, a través de la información, manejo del lenguaje y formas de participación de nuestros medios de comunicación.
 
Si, los medios informativos, hoy de muy fácil acceso a título personal a través de las redes sociales, y con la fuerza e impacto de los profesionales de este campo, contribuyen en algunos casos, e insisto, en algunos casos, solo en algunos, a llamar la atención de las autoridades. Pero la mayoría de las veces no nos damos cuenta que por querer hacer un bien, no hacemos daño a nosotros mismos.

Y como digo en el título de esta reflexión, catarsis, explicación, NO ME LO DIJO LA POLICÍA, LO ENTENDÍ SOLITA, después de aprender en mi trabajo en la Secretaría de Seguridad con expertos en el tema, haciendo parte de reuniones estratégicas donde se analizaba el actuar delincuencial, escuchando los miedos, temores y logros de diferentes comunidades y observando la dinámica de las redes sociales que hace parte de mí que hacer profesional, hoy les puedo asegurar que multiplicar cuanto delito vemos en redes, o los mismos que vivimos, lo que hace es generar mayor percepción de inseguridad que es algo que le encanta a la delincuencia para comenzar a actuar y la explicación es muy sencilla:

      1 .       Está comprobado que la mayoría de las “denuncias ciudadanas” en redes sociales no son reales. Se ve la misma foto hablando de hechos en diferentes, lugares y tiempos, que replicamos sin confirmar. Y este fenómeno no es nuevo, desde la aparición del correo electrónico las cadenas han sido muy dañinas para reputaciones de empresas, particulares y ciudades. En los 2 años que trabajé en un Centro Comercial de prestigio en Medellín, recibí por lo menos unos 50 correos que me alertaban de una violación en los baños de una empresa de cine que no está en el lugar, y obviamente que no había sucedido. Ese mismo correo lo recibí en varias ocasiones en años anteriores con nombres de diferentes centros comerciales. Y sé que es el mismo, porque yo misma le di reenviar la primera vez que lo vi, y me llamó la atención cuando me llegó en una segunda ocasión, meses después, con el nombre de otro mall. Me tomé la tarea a buscar en mis recibidos y confirmado, era el mismo, solo cambiaba el nombre.
   
     Y es que la delincuencia pesca en río revuelto, y en muchos casos ellos mismos cometen delitos que se encargan de proclamar, incluso con la misma foto en diferentes épocas o lugares diferentes de la misma zona, para promover el “chisme”, asustar la gente y de esta manera poder llegar a cobrar extorsiones y otros tipos de delitos, aprovechándose de nuestro miedo. Como dice el dicho “divide y reinarás”. Y nada más fácil que distanciarnos de las autoridades, más cuando estamos acostumbrados a exigir y no a aportar.

2. Así como lo habla el PNL, la ley de atracción, la física cuántica, el merecimiento y otras corrientes sicológicas, religiosas y esotéricas que también compartimos en redes buscando generar conciencia positiva de convivencia y proyecto de vida, pero que si nos fijamos pocos y poco aplicamos, lo negativo atrae negativo, y lo positivo atrae positivo.  SIN DUDA

Si a título personal, y dándonos la oportunidad de escuchar por qué cuando nos dicen las diferentes instituciones gubernamentales y militares sobre la importancia del denuncio, hacemos una lista del por qué y para qué quejarnos en redes sociales y no donde corresponde, poniendo columna de lo que queremos lograr y otra de lo que realmente genera, tal vez mucho se unirán a lo que hoy pienso, y no porque nos lo diga la autoridad, y mucho menos por que lo diga yo, sino por nuestro propio convencimiento. O ¿tienes confirmación de que por una denuncia pública tuya se haya capturado a un delincuente? Les dejo para que piensen

      3. En mi experiencia en trabajo de fortalecer reputación, una de las premisas básicas es trabajar en las relaciones y en saber qué queremos comunicar, por qué y para qué. ¿Qué logro con comunicar en redes sociales las quejas? Algunos dirán que alertar a familiares y amigos, o “denunciar” a las autoridades por su “ineptitud”. ¿Pero no creen que advirtiendo a las autoridades les damos más herramientas para atacar que esperar a que tal vez se den cuenta en redes e intenten intervenir cuando el hecho está finiquitado?

Sé que tenemos en nuestro imaginario que denunciar no sirve, pero somos los civiles los que creamos las leyes y las normas, y buscando la transparencia y con el fin de evitar el exceso de poder, se crean normas que limitan el actuar contra la delincuencia. Y uno de los hechos que más lo limitan es ese precisamente, la falta de denuncia que legitime un procedimiento. Y si no confiamos en nuestro cuadrante o tenemos miedo a que nos identifiquen, pues muy sencillo, existen las especialidades como el GAULA, SIJIN, por mencionar algunas que trabajan en desarticular todo grupo delincuencial; o también podemos llamar al 123 o el APP de Seguridad en línea, a través del cual podemos hacer denuncias anónimas y penales, sin tener que trasladarnos de nuestra lugar, y con la seguridad de que vamos a ayudar a la tranquilidad de nuestra ciudad. Y si nos sentimos mejor, también funciona en parte como red social.

En otras ocasiones ni siquiera es problema de credibilidad, simplemente pensamos que con tantos procesos arrumados en la fiscalía, para qué denunciar el hurto de un celular, de una reja o de una billetera. Minimizamos el hurto, pero no nos damos cuenta que esos datos que demos de ese celular que tal vez no es ni de alta gama, permite identificar bandas criminales y formas de operar de las mismas, por lo cual esa denuncia aparentemente insignificante se puede convertir en la clave para desintegrar toda una organización delincuencial. Somos corresponsables al denunciar, porque podemos evitar que vuelva a pasar, y por qué no, recuperar el bien perdido o la situación que genere cualquier tipo de  delito.

      4.       Criticamos a la Policía si no requisan a ese que estigmatizamos como delincuente de esquina, con razones o solo por apariencia, sin evidencia, sin denuncia y sin estar cometiendo delito alguno, y expresamos de manera enérgica que posiblemente podemos ser víctimas (posiblemente),  e incluso nos extrañamos si para generarnos percepción de seguridad no se los llevan para las estaciones, pero nos enojamos y nos da pereza cada que nos para un retén. Y hasta es común comentarios como “¿Y es que me vieron cara de delincuente? ¿o qué?”, argumento que también podría usar el otro. Y sin duda hay casos en que se confirma conocimiento ciudadano de las acciones delincuenciales de un sujeto, lo que hace más sorprendente escuchar o leer esas críticas, cuando nosotros mismos les atamos las manos a las autoridades al no denunciar, para generar precedentes y herramientas para intervenir.

    5.       También me ha tocado ver en todo tipo de estrato, cuando la Policía llega a generar un procedimiento policial para capturar o aprehender a algún ciudadano, y somos los mismos ciudadanos los que impedimos que se generen estos procesos. No una sino muchas veces vi como después de requerimientos de presencia policial por el consumo de sustancias alucinógenas en los parques y zonas comunes de todos los estratos, lo que abre puertas al microtráfico, al hurto y otros delitos, son las familias las que impiden los procedimientos, con frases como “consumir no le hace daño a nadie” o negando la actividad ilícita que motivó el accionar.  En varias ocasiones generando disturbios o reacciones violentas contra la autoridad. Vemos los delitos del otro, pero minimizamos los cercanos. Es complejo y este es solo un ejemplo.




Es muy fácil compartir un meme o frases que aluden a la coherencia del pensar, actuar y sentir. Seguramente yo misma he sido incoherente en muchas situaciones de mi vida, pero una vez somos conscientes de esto mal hacemos en ignorar y comenzar a corregir nuestros hechos.

Yo misma he vivido en MUY POCAS ocasiones de la omisión algunos funcionarios encargados de mi seguridad como ciudadano, aun sintiéndome en peligro y con la cercanía que tengo con la institución policial, pero eso no hace que me quede en el error de alguna persona que no sabe o no quiere cumplir con su responsabilidad, como dije antes, los buenos son muchos más y hay otras formas de proceder. Es mi responsabilidad no la de quejarme públicamente y señalar a alguien en particular que va a afectar la imagen, credibilidad y respeto de muchos otros más que literalmente se matan por nuestro bienestar, si no voy a seguir el conducto regular, ahí sí creo que es mejor callar.


 













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